Dolencias Emocionales Colectivas “Minusvalía”

Dolencias Emocionales Colectivas “Minusvalía”

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Minus- menos

Valía-el valor de algo con respecto a

Valer menos que algo o alguien.

Llevamos una carga emocional que influye sobre nuestra interacción mental y sobre nuestras acciones. Cuando la carga emocional está equilibrada nuestras acciones y forma de pensar son ecuánimes, calmadas, ordenadas y coherentes. Pero cuando alguna emoción o sentimiento afecta el normal desenvolvimiento del día a día bien sea porque es positivo o negativo empezamos a tener una sobre carga emocional. En principio la carga la llevamos nosotros pero cuando la carga se hace mayor empezamos a compartir la carga. De esta forma justificamos lo que nos pasa y nos sentimos más cómodos ya que encontramos una interacción con la emoción o sentimiento que nos invade.

En principio la carga se comparte a través de la palabra y al escuchar a una persona hablar entendemos los sentimientos o emociones que lleva esa persona consigo. Esta es la primera etapa de la minusvalía ya que al no poder soportarla carga, la compartimos.

Pero existe algo a lo que llamaremos “carga de emociones remotas” que es cuando hacemos que la otra persona sienta la carga emocional que llevamos. Por poner un ejemplo; cuando siente amor y se envían flores, pero en el caso de la “minusvalía” se convierte el dejar de tener contacto o llamar a la otra persona, sin dar explicaciones (vales tan poco, que ni explicaciones mereces), este es solo un ejemplo entre muchas situaciones que se dan en el día a día.

La mente y las emociones interactúan llevando al cuerpo a tener acciones que vayan en sintonía, y el espíritu atrae a su vida una serie de eventos a favor de lo que de dicha sintonía  espera experimentar.

La minusvalía no es algo que se pueda medir en acciones concretas, es algo que se siente, se tiene y por ello se comparte. Puede ser un pico de misantropía cuando la persona sale del estado de egocentrismo y entra en el narcisismo y hace sentir a alguien en particular o un grupo lo que en su interior tiene para compartir (la minusvalía).

En el caso particular de parejas que interactúan bajo la minusvalía encontramos la infidelidad y el maltrato físico y verbal.

En los niños criados por padres con minusvalía encontramos el desarrollo del narcisismo a través de la competencia, el bulling, el querer ganar bajo cualquier medio, el miedo a perder, la relación premio-victoria (si pierdes no ganas nada, no eres nada) , el querer ser el mejor de todos. Pero no todos los niños tienen espacio en los tres primeros lugares por lo que de desarrolla de forma natural el egocentrismo, llamar la atención de forma negativa, llegar de ultimo, llegar tarde, sentarse de ultimo, hablar en clase, sacar bajas notas, pelear, enfermarse.

 

La minusvalía desarrolla como prioridad llamar la atención, estar por encima de, hacer sentir al otro un perdedor, olvidado, sin valor, irresponsable, incapaz, bien sea de forma directa o de forma remota, es decir, ejecuto una acción silente que estimule la pregunta “Que paso? Que hice? Es la búsqueda para hacer sentir menos mediante la “manipulación o la coherción”.

Al igual que cuando se siente amor y haces que la otra persona se sienta amada, el que se siente menos hace sentir menos a los demás.

De niños el sentimiento más grande y verdadero que tenemos es el “Amor” y durante nuestro crecimiento aprendemos diferentes formas de minusvalías que van creando barreras o capas que cubren el amor. A estas barreras y capas le llamamos “personalidad”; experimentamos la minusvalía y aprendemos a usarla de forma inconsciente a través de la crítica, el chisme, la comparación, el abandono, la envidia, la competencia, el silencio, el ganar atención a cualquier costo.

Todos estos aspectos negativos que cubren el amor definen un laberinto lleno de obstáculos hacia la felicidad. Se colocan allí con la excusa de proteger el “Corazón” donde albergamos el sueño de que el “amor incondicional” será hallado por alguien que vea  a través del laberinto y se experimentara la recompensa perdida en la niñez.

Aun siendo adultos seguimos compitiendo como niños, en búsqueda de la misma recompensa, “ser dignos de amor”.

El cuerpo la mente y el espíritu tienen una conexión a través de las emociones y erróneamente cubrimos el amor con un laberinto lleno de “emociones sombras”, que nos conectan con el sufrimiento, la traición, la insatisfacción y producen ceguera emocional.

Todos deseamos ser amados, ser mejores personas, hacer el bien. Cuidar que la manera sea espiritualmente sana nos conectara de forma diferente con lo que deseamos. Es allí cuando vemos a un competidor levantar al otro del suelo para que corriendo y sentimos que es o más hermoso entre seres humanos.

Howard Yanes

Caracas/Venezuela

04/11/2018